Suelta el deseo de recompensa para poder vivir una vida fácil

Cuando eres lo que en verdad eres todo es fácil, la vida es fácil, todo caminar es fácil.

Y no es fácil porque obtengas lo que deseas, no es fácil porque esté bajo tu control, no es fácil porque nada cambie, no es fácil porque sea cómodo.

Es fácil porque tú, precisamente, sueltas todo control y dejas que ocurra. Es fácil porque hay aceptación. Es fácil porque te amas, pase lo que pase. Es fácil porque te quedas en el presente y no pretendes prevenir lo que va a ocurrir en el futuro. Es fácil porque no pretendes ser nadie más. Es fácil porque liberas a otros. Los liberas de estar contigo si quieren, de compartirse contigo si quieren, de amarte si quieren… los haces libres. Por eso es fácil.

Una vida alineada con Tu Verdad, con lo que realmente eres, tiene esa facilidad.

Por eso, lo primero que debes soltar es el deseo de recompensa, el deseo de un premio. Nadie te va a premiar porque hayas alcanzado Tu Verdad. Nadie te va a premiar porque seas lo que realmente eres, no hay una recompensa. No hay una recompensa porque no hay un sacrificio, porque no hay un esfuerzo, porque no te has tenido que abandonar a ti mismo para encontrar eso, porque no te has tenido que rechazar a ti mismo, porque no te has tenido que humillar a ti mismo, porque no te has tenido que traicionar a ti mismo.

No hay recompensa en un camino en el que eres lo que realmente eres. No hay recompensa en una vida fácil, en una vida donde hay aceptación, hay amor, hay libertad. En una vida en la que no pretendes ser otra cosa, en la que no pretendes que tu realidad sea diferente, en la que no deseas que sea diferente, en la que no controlas cómo reaccionan los demás, en la que no controlas lo que ocurre a tu alrededor, en la que no controlas lo que va a pasar mañana.

No hay recompensa para esa vida fácil. Pero hay paz, hay libertad, hay amor, hay poder, hay abundancia. Para llegar a esa facilidad tienes que soltar el deseo de recompensa. Tienes que soltar la idea de que a la vuelta de la esquina vas a encontrar el premio, vas a encontrar aquello que equilibra todo el esfuerzo y todo el sacrificio que has hecho hasta ahora. Tienes que olvidarte de pensar que a la vuelta de la esquina vas a encontrar aquello que digas “ha merecido la pena por esto”, porque nada en esta vida merece la pena, todo merece la alegría.

Todo merece que tú seas lo que eres, todo merece que te dejes de humillar, que te dejes de abandonar, que te dejes de rechazar, que te dejes de traicionar, que te dejes de ignorar. Todo merece que te ames a ti mismo. Todo merece que seas libre y dejes también libres a los demás.

Y no hay recompensa por ello. No hay premio. No hay nada a la vuelta de la esquina. Pero tampoco hay sacrificio, tampoco hay esfuerzo, tampoco hay traición, tampoco hay abandono, tampoco hay rechazo.

Suelta el deseo de recompensa para poder vivir una vida fácil, para poder vivir una vida alineada con lo que eres, para poder vivir en paz eterna.